Tras la detención de Michael Dean en la boda, Claire y Lily intentaron volver a la normalidad. Pero la normalidad nunca volvería a ser la misma. Cada sonido, cada llamada inesperada, cada sombra fuera de la ventana parecía una amenaza potencial.
Pasaron varias semanas. Claire intentaba concentrarse en el trabajo, pero sus pensamientos volvían una y otra vez a Michael. Sabía que era un maestro de la manipulación, capaz de todo. Y aunque la policía afirmaba que estaba bajo estricta supervisión, su madre no podía librarse de la ansiedad.
Lily, mientras tanto, se volvió aún más observadora. Revisó cámaras, revisó correos electrónicos e incluso aprendió a bloquear conexiones sospechosas a su red doméstica. La chica sentía una gran responsabilidad: fue su valentía en la boda lo que salvó a su familia, y ahora estaba lista para protegerlos a cualquier precio.
Una noche, Claire recibió un correo electrónico extraño. Era de una persona desconocida y decía: “¿Crees que este es el final? Te equivocas. Sé lo que hiciste y tendrás que pagar un precio”.
A Claire se le encogió el corazón. Les mostró la carta a Lily y al detective Sergei. “¿Es él?”, preguntó.
“Probablemente sea una advertencia”, respondió Sergei. “Michael Dean no es solo un estafador; sabe cómo asustar a la gente y hacerla dudar. Pero debemos actuar con calma”.
Desde ese día, Claire y Lily comenzaron a vivir como si estuvieran en primera línea. Cambiaron sus rutas a la escuela y al trabajo, revisaron cada vehículo en busca de personas sospechosas e instalaron cámaras y alarmas en toda la casa.
Pasaron dos meses. Cada mañana empezaba revisando puertas y ventanas, cada noche revisando las grabaciones de las cámaras de seguridad. Pero fue durante este periodo que Lily notó algo extraño. En una de las cámaras instaladas en el patio trasero, vio a un hombre vigilando la casa atentamente. Llevaba capucha y guantes, ocultándose el rostro. La niña alertó de inmediato a su madre y a Sergei.
La policía llegó diez minutos después, pero el sospechoso ya había escapado. Sergei examinó cuidadosamente las imágenes. “Dejó rastros”, dijo. “Probablemente era uno de los cómplices de Michael. Quería asustarte”.