Entonces, de repente, apareció un mensaje en mi teléfono. Era de su hijo mayor, que ya tenía catorce años, prácticamente un jovencito.
Hola abuela. ¿Estás bien? Te extraño. Mi hermanito también pregunta por ti.
Miré las palabras entre lágrimas, con el corazón roto y sanando a la vez. Se acordaban de mí. Se preocupaban. Y también sufrían.
Ahora estoy entre la añoranza y el miedo. Quiero acercarme, aparecer, recordarles que mi amor no ha flaqueado. Pero me aterra que cualquier movimiento que haga pueda provocar la ira de su madre y cerrarles la puerta aún más fuerte.
No quiero causar más dolor, ni a mi hijo, ni a mi nuera, y especialmente no a esos niños.
Sólo quiero amar a mis nietos, a todos ellos, sin ser castigado por ello.
¿Qué tengo que hacer?
Nota: Esta historia es una obra de ficción inspirada en hechos reales. Se han alterado nombres, personajes y detalles. Cualquier parecido es pura coincidencia. El autor y la editorial no se responsabilizan de la exactitud, la responsabilidad ni la interpretación o la fiabilidad de la obra. Todas las imágenes son solo para fines ilustrativos.