“Y también intentó dormir conmigo,” agregó, poniendo los ojos en blanco. “En marzo. Me mandó una historia triste sobre lo solo que se sentía y lo mal que Judy no lo entendía. Le dije que fuera a llorar con otro.”
Abrí la boca, pero no salieron palabras.
“¿Estás bien?” preguntó Misty con suavidad.
Parpadeé varias veces.
“Creo que sí,” dije. “Quiero decir… no. Pero también, en cierto modo, ¿sí? No sé.”
Ambas miramos hacia el frente de nuevo, donde Oliver y Judy seguían intentando quitarse la pintura roja de la ropa. Los invitados ya se habían dispersado en su mayoría, algunos sacudiendo la cabeza, otros escondiendo sonrisas. La tarta de bodas seguía intacta.
Era como ver cómo un edificio se desplomaba en cámara lenta, pero sabiendo que nadie dentro valía la pena salvar.
Eventualmente, salí al aire fresco de la noche. Misty me siguió.
Nos quedamos cerca del borde del estacionamiento en silencio.
“No merecías nada de esto,” dijo ella después de un minuto.
La miré.
“Lo sé,” respondí. “Pero, por primera vez en mucho tiempo, siento que puedo volver a respirar.”
Por supuesto, la boda fue cancelada. El florista vino a recoger los centros de mesa. Mis padres intentaron salvar las apariencias, pero era como tratar de salvar una casa en llamas con una manguera de jardín.
Judy no habló con ninguno de nosotros durante semanas.
