Daniel dudó.
“¡Muéstramelo!” repitió con énfasis en su voz.
Finalmente se arremangó. Un tatuaje de serpiente oscura le cruzaba el antebrazo, idéntico al que Lily había visto en internet. Un suspiro colectivo resonó en la habitación.
Claire dejó caer el ramo. “¡Dios mío…”
El hombre retrocedió un paso, mirando hacia la puerta. Pero antes de que pudiera escapar, los dos hermanos de Claire lo agarraron. Se armó un alboroto. Los invitados empezaron a gritar, alguien llamó al 911. Lily se quedó allí, secándose las lágrimas, y su madre, incrédula, cayó de rodillas.
Cuando llegó la policía, Michael Dean, un estafador buscado, ya estaba esposado. La boda, que se suponía iba a ser el comienzo de una nueva vida, se convirtió en una revelación impactante.
Y mientras la sala recobraba el sentido, Lily solo dijo en voz baja: “Mamá, ahora sabes la verdad…”
Después de esposar a Michael Dean, la sala seguía vibrando de tensión y conmoción. Los invitados recobraban el sentido poco a poco; algunos lloraban, otros susurraban a sus vecinos sobre lo que acababa de ocurrir. Lily estaba junto a su madre, agarrándole la mano, intentando parecer fuerte, aunque el corazón le latía con fuerza. Claire, todavía con su vestido de encaje, contemplaba confundida la escena donde su prometido, o mejor dicho, el estafador, era capturado por sus hermanos. No podía comprender que hacía apenas unos minutos estaba a punto de decirle que sí a un hombre al que apenas conocía y que ocultaba tantos secretos oscuros.
Lily, agarrando su cuaderno, susurró suavemente: “Mamá, sabía que algo andaba mal. Me asustó cuando no estabas mirando”.